Lunes 30 de Noviembre de 2020


No espere ver estos ojos cósmicos sin rostro si busca en el cielo nocturno con sus propios binoculares o telescopios, están completamente ocultos a la vista de luz visible. Solo se pueden encontrar con instrumentos como el Telescopio Espacial Spitzer, que pueden ver a teavés del polvo mediante luz infrarroja. Al acecho en la Constelación de Aquila, estos globos parecidos a ojos celestiales son en realidad vastas burbujas de polvo y gas asociadas con la formación de nuevas estrellas. Spitzer descubrió que nuestra Vía Láctea está llena de estas burbujas polvorientas. Las dos burbujas que se muestran aquí tienen las designaciones MWP1G043734+001170 y MWP1G043775+000606, ó N89 y N90 para abreviar. Cada burbuja está llena de cientos a miles de estrellas, que se forman a partir de densas nubes compuestas de gas y polvo.
Determinar los tamaños exactos de las burbujas individuales puede ser difícil, porque su distancia a la Tierra es difícil de medir y los objetos parecen más pequeños cuanto más lejos están. Los flujos de partículas emitidas por las estrellas, llamados vientos estelares, así como la presión de la luz que producen, pueden empujar el material circundante hacia afuera, creando a veces un perímetro distinto. Las venas negras que recorren la nube son regiones de gas y polvo frío especialmente densos donde es probable que se formen aún más estrellas nuevas. Los colores de esta imagen representan diferentes longitudes de onda de luz infrarroja. El azul representa una longitud de onda de luz emitida principalmente por estrellas, el polvo y las moléculas orgánicas llamadas hidrocarburos aparecen de color verde, y el polvo caliente que ha sido calentado por las estrellas aparece de color rojo.