Domingo 25 de Octubre de 2015
El instrumento óptico más avanzado del mundo, el Very Large Telescope, revela espesas aglomeraciones de polvo en silueta contra una nube de brillante gas rosado llamada IC 2944. Estas manchas borrosas y opacas parecen gotas de tinta flotando en un cóctel de fresas, cuyas caprichosas formas han sido esculpidas por las potentes radiaciones procedentes de estrellas jóvenes, brillantes y cercanas. Las nubes interestelares de polvo y gas son las guarderías en las que nacen y crecen las estrellas. La nueva imagen muestra una de ellas, IC 2944, que aparece con ese color rosado de fondo, ligeramente brillante. Esta imagen es la más nítida de este objeto que se ha obtenido hasta el momento desde la Tierra. La nube se encuentra a unos 6.500 años luz del Sistema Solar, en la Constelación de Centaurus. Esta parte del cielo alberga muchas otras nebulosas similares que son escrutadas por los astrónomos para estudiar los mecanismos de formación estelar.
Las nebulosas de emisión como IC 2944 están compuestas en su mayor parte por gas de hidrógeno que brilla en característicos tonos rojizos debido a la intensa radiación procedente de las numerosas y brillantes estrellas recién nacidas. Destacando claramente sobre el fondo brillante vemos misteriosos grumos oscuros de polvo opaco, nubes frías conocidas como glóbulos de Bok. Se llaman así en honor al astrónomo holandés y americano Bart Bok, quien fue el primero en fijarse en ellas en los años 40 del siglo XX, señalándolas como posibles lugares de formación estelar. Este conjunto en concreto se apoda con el nombre de Glóbulos de Thackeray. Los glóbulos de Bok de mayor tamaño en los lugares más tranquilos a menudo colapsan para formar nuevas estrellas, pero las de esta imagen están siendo bombardeadas violentamente por la radiación ultravioleta procedente de las jóvenes y calientes estrellas cercanas.
Ambos están siendo erosionados y fragmentados, algo parecido a lo que ocurre cuando soltamos un trozo de mantequilla sobre una sartén caliente. Es probable que los Glóbulos de Thackeray se destruyan antes de que colapsen y formen estrellas. Los glóbulos de Bok no son fáciles de estudiar. Dado que son opacos y es difícil para los astrónomos observarlas en luz visible lo que ocurre en su interior, por lo que se necesitan otros sofisticados instrumentos para desvelar sus secretos como observaciones en el rango de luz infrarroja o en las partes submilimétricas del espectro, por ejemplo, en las que las nubes de polvo, que se encuentran solo unos pocos grados por encima del cero absoluto, se ven brillantes. Este tipo de estudios de los glóbulos de Thackeray han confirmado que no hay formación estelar actualmente en su interior.